martes, abril 16, 2024
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Doble Fondo

Será Marcelo Ebrard, o Habrá Cisma en Palacio
Juan Pablo Becerra-Acosta

Permítame, lectora-lector, que este sábado juegue a ese viejo y apasionante deporte extremo de la política nacional: el tapadismo y la sucesión presidencial.
El martes pasado, en la primera plana de El Financiero, se publicó una encuesta que me llamó la atención: la aprobación de Claudia Sheinbaum yacía desplomada del 65% al 49%, una caída brutal de 16 puntos entre octubre y mayo.
Se trataba de su peor nivel desde que gobierna Ciudad de México, solo comparable con el repudio que tuvo cuando sucedió la tragedia la Línea 12 del Metro. Los indicadores sobre su Gobierno en seguridad pública, economía, transporte público y contaminación, vaya, en todas las áreas, eran reprobatorios.
Auch!!, me escribió una entrañable persona.
Habrá sonreído muchísimo Marcelo Ebrard.
De inmediato, y tal como lo suele hacer su mentor, Claudia dijo que ella tenía otros datos. Y mire, al día siguiente ocurrió una afortunada coincidencia para ella: EL UNIVERSAL publicó una encuesta sobre intenciones de voto para la Jefatura de Gobierno en Ciudad de México (Morena y sus aliados ganan por paliza, 53% contra 40% de la oposición) y, como dato colateral, arrojó números completamente diferentes para Sheinbaum: el 64% de la gente aprueba su trabajo, calificación muy alta, incluso por encima del 59% de Andrés Manuel López Obrador reflejado en la misma medición.
La sonrisa se le habrá esfumado a Marcelo. Auch!
¿Tendrán claro el Presidente y la gente que lidera su partido que esta guerra por la sucesión entre Sheinbaum y Ebrard va a dinamitar la victoriosa y tersa sucesión que pretende el propio López Obrador?
¿Sí entienden que Ebrard, digamos que lealmente, o disciplinadamente, ya cedió dos veces lo que considera su lugar en la historia política de México, esto es, la Presidencia de la República (o al menos una candidatura), y que en esta ocasión no va a retroceder ni va a aceptar que le impongan a Claudia o a alguien más?
¿Qué va a hacer Claudia si AMLO, a través de una encuesta partidista (o sea, vía su dedazo consultivo), unge a Marcelo? ¿Va a patalear, amenazar, jurar que se irá por la libre como independiente y provocar un cisma? No. No hará nada.
El asunto ahora es cómo va a controlar el Presidente los instintos aniquilantes de los cercanos a Sheinbaum, que quieren hundir a Ebrard, ya sea a punta de provocaciones (recuerdan hace unos días cuando un claudista lo increpó afuera de Palacio Nacional), de escándalos como el de la Línea 12 (les salió mal el último dictamen, como vimos), o de plano con una guerra sucia sobre su vida personal. Su estrategia, según los marcelistas, es dejar tan enlodado a Ebrard, que caiga abismalmente en las encuestas y con ello provocar que el Presidente se convenza de que el Canciller no puede ser candidato, porque sería vapuleado en las urnas.
¿Cómo va a evitar AMLO que Ebrard no llegue al 2023 y luego al 2024 en la lona del desprestigio, salpicado por el fuego amigo sheinbaumnista?
Pequeños problemas tienen en Palacio Nacional, porque ahí varios ya saben que, si no es Marcelo el candidato y ocurre una ruptura devastadora que dé el triunfo a la oposición, el verano del 2024 habrá un iracundo temblor en la Plaza de la Constitución… Sun

 

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