miércoles, abril 24, 2024
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Se Cae a Pedazos el “Edificio de los Zopilotes” Autoridades Locales lo Dejan en el Abandono

* EL EDIFICIO QUE ALBERGÓ DIVERSOS CONSULADOS, ASÍ COMO OFICINAS MUNICIPALES Y HASTA LA SECRETARÍA DE RELACIONES EXTERIORES, PRACTICAMENTE SE ENCUENTRA VACÍO, ANTE EL TEMOR QUE EN CUALQUIER MOMENTO PUEDA COLAPSAR, DEBIDO AL AVANZADO DETERIORO EN QUE SE ENCUENTRA.

Tapachula, Chiapas; 25 de Enero.- Al cumplir medio siglo de haber sido construido y servir al menos de seis reinauguraciones por los gobernantes en turno, el Edificio Consular de Tapachula se está cayendo a pedazos, sin mantenimiento y olvidado por las autoridades locales.
La obra inicial fue impulsada por el entonces gobernador de Chiapas, José Castillo Tielmans (1964-1970). Tenía la particularidad de ser el primer edificio público enteramente moderno.
Durante muchos años albergó oficinas de los tres niveles de Gobierno y ante los embates de la naturaleza, como los sismos y huracanes, los mandatarios aprovechaban para darle algunas reparaciones y reinaugurarlo como si fueran completamente nuevos.
En 2010, había muchas protestas en Chiapas porque la administración del Estado construía la gigantesca Torre Chiapas en Tuxtla Gutiérrez y para Tapachula solo había migajas, como siempre.
Así, el entonces gobernador, Juan Sabines Guerrero le dio una pintada, le puso vidrios de colores, y lo reinauguró el 18 de Octubre del 2010 como Edificio Consular, aunque conocido popularmente como “Palacio de los Zopilotes”.
El inmueble albergó desde entonces los Consulados de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras y Ecuador, así como la oficina del ACNUR en México, la Delegación Estatal de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), una Oficialía del Registro Civil, diversas oficinas municipales, entre otras.
Sin embargo, tres años después, el 3 de Agosto del 2013, un grupo de diplomáticos centroamericanos protestó porque alegaban que no había mantenimiento en ese edificio, cuya responsabilidad quedó desde entonces en manos de las autoridades municipales.
En esas fechas hubo torrenciales lluvias que colapsaron las tuberías internas del edificio y provocó que el agua afectara el falso plafón del techo e inundara, literalmente, varias oficinas.
En esa ocasión tuvo que intervenir la Secretaría para el Desarrollo de la Frontera Sur, desde donde se envió a especialistas para hacer las reparaciones y asumieron los costos económicos.
Sin embargo, ya no hubo más reparaciones que debió hacer el Ayuntamiento por haberlo recibido en comodato para ser utilizado como recinto diplomático.
Ubicado en la Central Poniente y 14 Avenida Norte, se esperaba que, a la llegada de la administración que encabeza Oscar Gurría Penagos, asumiría esa responsabilidad y daría mantenimiento al edificio, pero no ocurrió.
Por seguridad de los migrantes, los trabajadores y de los miles de personas que acudían a ese lugar para hacer sus trámites administrativos, las oficinas y Consulados decidieron cerrar y mejor reubicarse en otras partes de la ciudad.
Así, el Edificio Consular ahora es un nido de ratas, donde se puede apreciar la falta de voluntad política, de sensibilidad y el desinterés de quienes por azares del destino llegaron a ocupar los cargos públicos en Tapachula.
En realidad, sólo un pequeño espacio en la parte baja funciona. El resto del edificio ahora está vacío. Sus salas y pasillos solo guardan basura, pedazos de techo que han ido cayendo, cajas con papeles podridos y trozos de pared que poco a poco se han ido desplomando.
El Ayuntamiento actual, a cuatro meses de haber asumido el poder, no ha tenido la capacidad de -ni siquiera- mandar a barrer o limpiar la podredumbre en su interior.
Los daños estructurales también son visibles. Sin ser especialista en la materia se puede observar que los temblores han ocasionado daños en columnas, escaleras, paredes y otras infraestructuras. Del elevador no se puede decir que sufrió daños, porque en realidad durante décadas no sirvió.
Nunca se hicieron las correcciones señaladas por organismos de derechos humanos, como el hecho de que no había rampas ni accesos para personas con capacidades diferentes, quienes por obvias razones no podían subir las escaleras. Tampoco los baños funcionaban.
Hoy, las redes eléctricas e hidráulicas tienen severos problemas y por ello están inservibles, incluso, se cree que varias partes fueron arrancadas por los amantes de lo ajeno.
Los daños en el interior y la falta de mantenimiento hacen pensar que, en cualquier momento, ese edifico podría finalmente colapsar, aunque afortunadamente ya no hay nadie ahí, tan solo un policía en la puerta de entrada.
Ese Edificio, que fue efusivamente cacaraqueado hace ocho años como una maravilla nacional para la protección al migrante y la cooperación internacional, ahora es un monumento a la marginación y al olvido que las autoridades centrales han tenido por Tapachula y la incapacidad del Ayuntamiento para cumplir con sus obligaciones.
La vergüenza por ese lugar obligó a las oficinas diplomáticas a que, una a una, fueran retiradas todas las banderas de los países que tenían una representación en ese lugar y adornaban el exterior del recinto.
El Palacio Consular o el de “los zopilotes”, construido de seis niveles por colegiados locales como la primera Unidad Administrativa de Tapachula, fue un ícono de la región. Hoy, cinco décadas después, sufre del olvido de los actuales funcionarios públicos, quienes aún creen que están en campaña política o, de plano, o ignoran de sus obligaciones. EL ORBE / La Redacción

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